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30 años de Caluga o menta, “¡La democracia poh, loco! ¡Llegó la democracia!”

Dirigida por Gonzalo Justiniano, Caluga o menta se mantiene vigente mostrando una crítica cruda e inteligente sobre la marginalidad, la falta de oportunidades y la desigualdad. Niki y sus amigos son personajes contemporáneos, desamparados y condenados a buscar salidas  –aunque incorrectas-  que parecen las únicas posibles. 

A principios de la década de los 90, y luego del retorno a la democracia, el cine nacional exploró en relatos sobre lo derruida de la sociedad pos dictadura. En esta esfera podemos encontrar películas como La Frontera (1991), de Ricardo Larraín; La Luna en el Espejo (1990), de Silvio Caiozzi; o Johnny Cien Pesos (1993), de Gustavo Graef Merino. Todas ellas, algunas de forma tangencial, grafican en sus personajes e historias los embates que trajo consigo el régimen impuesto por los militares.

Uno de los filmes fundamentales para comprender dicho periodo es Caluga o Menta (1990), del director Gonzalo Justiniano. En ella, Niki (Mauricio Vega), un joven de 23 años, ve pasar sus días en la periferia santiaguina junto a sus amigos, en una rutina entre largos momentos de descanso en medio de un terreno baldío, el trabajo en un pequeño taller mecánico y los robos menores y microtráfico de drogas junto a sus compañeros.

Justiniano muestra algo de esa realidad a través de un acercamiento transparente al espacio social de Niki, lo que queda en evidencia al comienzo del metraje, cuando la primera imagen que se deja ver es un plano general de aquel gran tierral que ocupan el protagonista y sus compañeros, el que luce inhóspito, deteriorado y estéril.

Hay elementos de estos espacios que toman relevancia: una copa de agua, la autopista a un costado, cables de alta tensión, un auto abandonado y las viviendas en que habitan los personajes. Quienes, tomando sol mientras uno aspira neoprén en una bolsa de plástico, parecen resignados a vivir este día a día.

El cineasta logra imprimir este cuadro con realismo a través de elementos propios del séptimo arte, permitiendo, apoyado en los diversos departamentos de creación cinematográfica, una lectura reflexiva y alejada de estereotipos. La ambientación, el vestuario y el maquillaje del departamento de arte -dirigido por Francisco Cañete- así como la dirección de actores, son los principales recursos que aportan a esta mirada naturalista del relato.

Sin embargo, también hay una premisa estética a través del uso expresivo dispositivo cinematográfico, que ayuda a crear una atmósfera de opresión constante en los personajes. Esto se ve en algunos recorridos o espacios externos al ambiente cotidiano, como escenas de asaltos o borracheras, por ejemplo, en las que -por medio de la dirección de fotografía e iluminación a cargo de Gastón Roca- se relata el agobio de los protagonistas. Esta decisión nos recuerda al cine del director chileno Cristián Sánchez quien, en películas como Los deseos concebidos (1982), utiliza recursos similares para representar la angustia y el terror de la dictadura. Esto, porque el realizador estaba imposibilitado de mostrar una crítica más directa en su relato por filmar en esa misma época.

Si bien, Caluga o Menta se enmarca en lo que podríamos catalogar como drama social, haciendo una relectura del Nuevo Cine Chileno previo al régimen dictatorial, también se pueden ver en este filme algunos elementos que estimulan reflexiones profundas. Personajes como Manuela (Patricia Rivadeneira) o Marcial (Luis Alarcón), proveen a la cinta un peso simbólico que abren nuevas lecturas, ampliando la denuncia en la premisa central de Justiniano. Son elementos incorporados con inteligencia en un guion co-escrito por el director, Gustavo Frías y José Andrés Peña, que estructuran un discurso atemporal y no solo anclado en un momento específico de la historia.

Dirigida por Gonzalo Justiniano, Caluga o menta se mantiene vigente mostrando una crítica cruda e inteligente sobre la marginalidad, la falta de oportunidades y la desigualdad. Niki y sus amigos son personajes contemporáneos, desamparados y condenados a buscar salidas  –aunque incorrectas-  que parecen las únicas posibles. Así, va mostrando el abandono en que el Estado chileno dejó a los sectores más vulnerables de la población y su incapacidad de ofrecer soluciones. “Antes nos venían a poner palos, ahora nos van a poner pasto”. Nada muy lejano de la realidad actual.

 

Caluga o menta es una película conservada en la Cineteca Nacional de Chile (Archivo Cineteca Nacional de Chile), disponible además en su Archivo Online.

https://www.cclm.cl/cineteca-online/caluga-o-menta-el-niki/

 

 

 

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Visto 2090 veces Modificado por última vez en Martes, 11 Agosto 2020 21:16